Alberto está muerto y ya no puede esconderse. El maquillaje y el perfume ya no pueden ocultar su cuerpo en rápida descomposición. Consternado, decide retirarse del mundo. Pero antes de entregarse a su muerte en vida, Alberto inicia una insólita amistad con Luly, el gerente del gimnasio abierto las 24 horas, donde trabaja como guardia de noche.